4 de diciembre de 2007

Robespierre, El Orador

En Francia entre los años 1789 y 1794 se vivió una etapa clave en la historia de la humanidad. Durante este periodo se derribo el sistema absolutista y se impuso los derechos de los ciudadanos: igualdad, libertad, fraternidad.

Pero como todo proceso histórico importante, la revolución tuvo sus personajes distinguidos, que comandaron este gran movimiento. Uno de los más notables fue Maximiliam Robespierre (1758 – 1794), abogado, ejerció su profesión en Arrás, su lugar de nacimiento. Robespierre salió a la luz pública en 1788 cuando se presentó en los Estado Generales convocados por Luís XVI. Poco a poco fue escalando en la política hasta ser nombrado presidente de la convención nacional, cuya tarea era redactar la nueva Constitución que se había venido retrasando como consecuencia del conflicto entre girondinos y montañeses.

Pero… ¿se puede decir que Maximiliam Robespierre se volvió una persona adicta al poder?
Este gran personaje luego de escalar alto en la política francesa tomó grandes medidas para oprimir a los que estaban en contra de su revolución, como crear un comité de salud pública para perseguir mediante las ejecuciones en la guillotina y la cárcel a sus enemigos. Para Robespierre sus enemigos, eran enemigos de Francia, en esta excusa se basó para aniquilar a miles de personas que no tenían el mismo pensamiento que él. Incluso llegó a sentenciar a Danton, uno de sus aliados. Luego de que Robespierre fuese nombrado presidente de la convención nacional firmó un decreto en el que anulaba la presencia de testigos y defensores en los juicios donde se castigaba a la gente que se oponía la revolución. Con esto queda de manifiesto que Maximiliam Robespierre fue una persona adicta al poder, oprimió las ideas de las personas que no pensaban lo mismo que él. Si bien, es bueno criticar el absolutismo y sacarlo de la forma de gobierno de una nación, ya que la historia nos ha demostrado que una persona no puede concentrar tanto poder, pero no se puede oprimir el pensamiento de otras personas para prevalecer el de uno mismo.
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Por: Alvaro Merino V.

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